domingo, 28 de octubre de 2012

Para una rosa.

Tú, amante de las tardes apasionadas
Me dejé caer en tu abismo de aromas
Toco tu cuerpo y me engañan los dolores
Así te defiendes de la lujuria que desmoronas.

No dejas de coquetearle a las estrellas
Blasfema y dulce fémina del lecho verde
Me cambiaste por las noches de lluvia
Y, mientras te bañas con mesura, te vigilo sigilosamente.

Esta ambición de tenerte me convierte en tu sombra
Besando tus raíces te libero de los días ambiguos
Y dejas la danza de los vientos, para sembrarte en la nada.

Tus hermanas te acompañan envueltas en llanto
Me invade la confusión y el temor de extrañarte
La codicia invita al orgullo, pero la envidia te desgarró del regazo.



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